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Alfarería de Mota del Cuervo. Su historia.

La alfarería en Mota del Cuervo está presente desde tiempos inmemoriales, como lo indican los restos de cerámica romana  y celtibera encontrados.

El lugar que actualmente ocupa Mota del Cuervo estuvo  durante muchos años habitado por población musulmana y judía que se dedicaba principalmente a los oficios, el comercio y  la artesanía,  entre ellos a la alfarería en un porcentaje importante. 

Poco o nada se sabe con certeza de esta época,  solo que fue zona fronteriza  en las guerras cristiano- musulmanas durante el siglo XII,  y que los cristianos ya vivan en La Mota a mediados del s XIII.

La alfarería de Mota del Cuervo, así como el  horno en el que se cuece se dice que son de origen árabe, pero el rodillo o torno en el cual se urde el barro es de origen celta.

El barrio de las cantarerías ubicado en la parte noroeste de Mota del Cuervo fue prácticamente un pueblo aislado, aquí se concentraba la población morisca y judía durante los s XIV, XV y XVI.

La importancia de la producción cantarera en esta época  lleva a este municipio a pagar a la iglesia un impuesto conocido como diezmo de los cantaros s. XV, impuesto que en otras localidades se llamó el "diezmo de los cantaros de la Mota del Cuervo" en el s. XVII por el importante auge que la industria alfarera de Mota del Cuervo experimentó durante este siglo.

En el s. XVIII de las 825 familias censadas en Mota del Cuervo, 65 de ellas eran alfareras. Concentradas en gremios como sucede durante toda la edad media con este y otros oficios. Sabemos que sus producciones, cántaros y tinajas se vendían por todo el centro peninsular, de hecho no faltaban en los ajuares y dotes matrimoniales los cántaros de la Mota. De baja tasación, no superaban los cinco reales a mediados del siglo XVIII, pero eran imprescindibles en las cocinas y bodegas manchegas. Siendo una de las principales exportaciones de esta localidad de Mota del Cuervo.

La alfarería de Mota del Cuervo ha sido una forma de vida, una cultura una tradición que ha llegado hasta el inicio del siglo pasado.

En este punto de nuestra historia donde todos los documentos hallados nos hablan de hogares alfareros, familiar alfareras, maestros, aprendices, oficiales debemos detenernos para mencionar el papel de las mujeres alfareras. Ellas no fueron reconocidas en los censos y catastros, inventarios y demás documentos, como tales artesanas, su trabajo silencioso y callado lo ejercían en el patio o en el corral, modelando los cántaros manualmente. Sin embargo, el oficio lo ejercían hombres y mujeres, de hecho en tiempos contemporáneos, en los dos últimos siglos,  el mantenimiento de esta tradición ha sido siempre una labor de las mujeres.  Muchos historiadores y artistas han recogido este testimonio coincidiendo en cómo, quedaba entusiasmados  al contemplar como las mujeres “acariciaban ese barro” para fabricar botijos, tazas o tinajas.

El Museo de la Alfarería de Mota del Cuervo, no solo recoge una importante colección de piezas de la alfarería tradicional de Mota del Cuervo, es un homenaje,  un recuerdo, el reconocimiento de todo un pueblo a esas mujeres cantareras que dedicaron su vida a este oficio, un homenaje a sus familias, al barrio de las cantarerías a la gran belleza y enorme utilidad de estas piezas tuvieron en su día.

Las cantareras trabajaban en barro en casa, en la cocina cerca de la chimenea en invierno, en los porches y patios a la sombra en verano, no existían alfares.  Toda la familia participaba del proceso de elaboración.

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